¿Por qué necesito los servicios de un abogado?
¿POR QUÉ NECESITO LOS SERVICIOS DE UN ABOGADO?
Evidentemente, la primera cuestión a plantearse es en qué casos es obligatorio por ley la intervención de un abogado. Para ello hay que distinguir entre las distintas jurisdicciones:
PROCESO CIVIL: La intervención del abogado y del procurador en el proceso civil es a la práctica siempre necesaria, a excepción de juicios verbales cuya cuantía sea inferior a 2.000 € y en la petición inicial de los procedimientos monitorios.
PROCESO PENAL: Siempre que una persona es detenida tiene derecho a nombrar o a que se le designe un abogado para su defensa, siendo además la presencia del abogado necesaria durante toda la tramitación del procedimiento judicial.
PROCESO LABORAL: Pese a no ser legalmente obligatoria sí es imprescindible para la defensa de los intereses de las partes con un mínimo de garantías de éxito, dada la complejidad del Derecho Laboral y la relevancia de los intereses que se ventilan en estos procedimientos.
CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO: Es obligatorio la presencia no sólo de abogado sino también de abogado y procurador, dependiendo de si se trata de un órgano judicial unipersonal o colegiado.
Teniendo todo esto claro, la siguiente pregunta a formularse es ¿qué está en juego?. Evidentemente, cuando nuestras finanzas o nuestra libertad están en grave riesgo, no sólo es necesario sino de sentido común buscar la ayuda de un profesional del Derecho, por lo tanto, es imprescindible cuando uno es demandado, arrestado o acusado de algún delito, o cuando es necesario denunciar o presentar una demanda para reclamar los derechos que han sido vulnerados, pero ¿y en las demás actuaciones?. Si bien es cierto que se pueden afrontar determinados problemas legales sin necesidad de contratar los servicios de un abogado, es indiscutible que con el asesoramiento jurídico de un buen profesional estaremos mejor preparados para poder movernos en el complicado laberinto de normas existentes.
Es además conveniente contar con un buen asesoramiento, no sólo cuando tenemos un determinado problema, sino también, de manera preventiva, para poder conocer y proteger mejor nuestros derechos e intereses económicos. Son innumerables las actuaciones en las que nos puede resultar de mucha utilidad contar con un buen servicio jurídico: en la gestión de nuestros impuestos o de nuestro patrimonio, redacción de testamentos y contratos de todo tipo, negociación de convenios, mediación de conflictos… y así como en asuntos de índole familiar y privado, como por ejemplo la decisión de adoptar un hijo o incapacitar o desheredar a un familiar…
En conclusión: a menos que seamos expertos en Derecho, buscar la ayuda de un abogado nos ahorrará siempre tiempo y disgustos, siendo a la larga mucho más rentable para nuestra economía e intereses, ya que, como bien dice el refrán, "quien se representa a sí mismo, tiene un tonto como cliente".